Washington (EFE).- Consciente de que la mayoría de estadounidenses está en contra de las políticas restrictivas contra el aborto, el expresidente Donald Trump (2017-2021) está llevando a cabo una maniobra política para intentar mostrarse menos radical, un movimiento insuficiente para blanquear su figura como el gran abanderado del antiabortismo.
El pasado lunes, en un paso calculado y programado, el virtual candidato presidencial republicano publicó un vídeo en su red Truth Social en el que descartó impulsar una prohibición a nivel nacional y dijo que la legalidad del aborto debería quedar en manos de cada estado.
Y el miércoles pasado afirmó que Arizona “fue demasiado lejos” después de que el tribunal superior del estado emitiera un fallo que prohibía el aborto a menos que la vida de la gestante esté en peligro.
Trump se ‘suaviza’ frente al aborto
Estos intentos de suavizarse a sí mismo chocan contra su reiterativo mensaje en el que se jacta siempre de haber sido el facilitador (al nombrar jueces conservadores) de que el Tribunal Supremo (TS) tumbara en 2022 la sentencia Roe vs Wade, que había protegido a nivel federal el aborto durante décadas.
En opinión de Thomas Whalen, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad de Boston, el cambio de discurso es “un cálculo político” motivado porque está “preocupado” por Florida y por “algunos de los estados indecisos”, en los que el aborto será “un tema crucial para decidir por quién votarán”, por ejemplo, las mujeres de clase media.